ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

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ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA, FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

miércoles, 8 de junio de 2016

MEMORIAS DE ITALIA (XII)








XIII
      Llegamos hasta la Catedral de Florencia Santa María del Fiore y contemplamos su cúpula a la cual se puede subir. Gran cantidad de gente adquiere boletos para llegar hasta arriba .Al acercarnos preguntamos si hay ascensor, pero la respuesta es negativa. La Cúpula de Brunelleschi nadie la alterado con aparatos eléctrico y se mantienen igual desde hace  la Edad Media. Natalia  renuncia a la empresa. Yo pido mi boleto y empiezo a subir por escaleras estrechas y zigzagueantes. Poco a poco se asciende, pero de tiempo en tiempo nos detenemos para descansar. Sin embargo, el descanso es brevísimo para no detener el flujo de turistas que se mueven y conversan en diferentes lenguas. Entonces piensas que estas escalinatas con paredes que te rozan casi por todas las partes no son aptas para  claustrofóbicos. Tienes personas adelante y atrás. Están tan cercas que sientes su respiración, sus jadeos. Alguien pregunta por la altura hasta la cúpula. Son cien metros, dicen. Lo mejor en no pensar porque el pensamiento es traidor. ¿Y si alguien se desmaya, cómo lo sacamos? ¿Y si el desmayado soy yo?
 Por fin diviso un piso más amplio como para el descanso. Reanudo la marcha y me incrimino: si hubiese sabido que son cien metros no me animo. Luego de muchos pasos y muchas ideas negativas, llegas a la conclusión de estar sometiéndote a una prueba que debes superar para reconfortarte y demostrar que puedes llegar hasta el final de la meta trazada. Este ascenso tortuoso es un ejercicio de cualquier meta. Lo importante es cumplir y sentir que te preparas para otros retos.
                Llego a la cima. Por amplios ventanales el aire bendice nuestro cuerpo y lo refresca;  y Florencia se observa toda, inmensa y bella con sus viviendas  y  edificios de techos rojos y paredes amarillas. Desde lo alto de  la ciudad te sientes Gulliver  en Liliput: las casas parecen diminutas, seguidas de espacios arbolados que llegan hasta las colinas bajo un  cielo azul oscuro con nubes grandes más claras.
 Al bajar siento un gran alivio y celebro junto a Natalia con una copa de vino Caparzo  que  amablemente nos recomiendan en un cafetín en cuyas paredes hay escudos y pinturas que aluden al Medioevo





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