XV
Desde la ventana del hotel Nuovo Palazzo Di
Giustizia se ve la calle en calma con
algunos transeúntes. Una luna que me parece extremadamente grande la ilumina.
XVI
Son las siete cuando partimos hacia
Venecia con el frescor de la mañana. Atravesamos muchos túneles y divisamos las
montañas de los Apeninos y sus bosques.
Por la región de Emilia Romaña el cielo se nubla, la temperatura se siente más baja y la
neblina cubre los tejados de las casas. Por aquí surgió en la Edad Media una de las primeras
universidades en Bolonia, donde nació y estudió Marcelo Malpighi, a quien los
estudiantes de medicina se lo encuentran por todos lados por ser el padre de la
Histología: su mayor contribución fue la observación
de los capilares. Ejerció la Medicina siendo muy querido por sus pacientes. Se
dice que era un hombre justo, apacible y de rica sensibilidad a quien se le atribuye la frase: “Las leyes del
universo, siempre están del lado del observador más sensible”.
Particularmente recuerdo a Malpighi por
las clases fisiología: en el microscopio debíamos repetir sus
experimentos con ranas.
Cuando uno viaja los ojos están en el paisaje movible e impresionante por su belleza y
colorido; mientras el pensamiento vuela hacia el recuerdo. En mi caso particular el conocimiento se
refresca y hay placer en constatar que se está cerca de donde una vez se hizo
la historia médica. En Bolonia nació y estudió Giovanni
Battista Morgagni , quien relacionó en
el siglo XVIII los síntomas clínicos con los resultados de la autopsia: Había
inventado la Anatomía Patológica. Con su investigación morfológica sistemática
y rigurosa, consolidó el método de estudio anátomo-patológico, echó por tierra
la doctrina humoral al descubrir en los órganos el sitio de la enfermedad y,
con el análisis clínico de cada caso de autopsia, sentó las bases del estudio
de correlación clínico-morfológica. Morgagni
aprendió de su maestro Antonio María Valsalva, el de las maniobras ampliamente
empleada en pacientes con ciertas enfermedades. Valsalva fue una gran
anatomista y en sus autopsias no se detenía ante nada: podía probar los fluidos
de un cadáver para tratar de determinar
su naturaleza. Una vez escribió:
“El pus de la gangrena tiene mal sabor. Deja en la lengua un hormigueo
desagradable durante la mayor parte del día". Ese método recuerda a los médicos chinos e
hindúes, quienes probaban la orina de los pacientes para diagnosticar la diabetes.
En Bolonia también estudió Lázaro Spallanzani, quien con sus
experimentos derrotó la teoría de la
generación espontánea sostenida por el inglés Needham, y así le abrió el camino
a Pasteur. Cuando estaba en el bachillerato en el liceo Juan Germán Roscio de
San Juan de los Morros, los experimentos de ambos sacerdotes científicos fue
motivo de emocionantes discusiones en los laboratorios de Biología entre tubos
de ensayo, matraces, sapos, ratones y otros animales para experimentos.
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