ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.
ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA, FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

lunes, 15 de agosto de 2016

MEMORIAS DE ITALIA (XVIII)2.EN LA PLAZA DE SAN MARCO,.VENECIA








 Dejamos la góndola para caminar la Ribera de los Schiavoni, un paseo largo y amplio lleno de pequeños establecimientos comerciales y punto de partida para entrar y salir  por las callejuelas de Venecia. En cada oportunidad te da la impresión de ya haber estado en ese lugar, es una forma peculiar de deja vu veneciano; pero luego caes en la cuenta de que es nuevo. Casi todos los puestos de suvenires tienen  sus máscaras y sus pinochos, de diferentes tamaños y colores. Carlos Collodi, el escritor florentino autor del famoso cuento del muñeco de madera, para hilvanar su relato tomó la idea del homúnculo o ser diminuto fantástico  que luego crece y se convierte en humano. Cuando Anton van Leeuwehoek  en 1677 perfeccionó el microscopio pudo ver los espermatozoides. Nicolas Hartsoeker en 1694 también los vio pero pensó que eran los homúnculos, individuos pequeñitos con grandes cabezas. Surgió así en la embriología del siglo XVII la teoría del preformismo, muy en correspondencia con los conceptos mecanicistas de la época, y según la cual  el germen se encuentra ya formado el homúnculo con las propiedades y los caracteres del organismo adulto. Esta idea fue derrotada por la epigenética que  concibe el  organismo como una nueva formación que se desarrolla gradualmente hasta llegar a su estado de embrión maduro.



Luego de caminar por callejuelas sin rumbo fijo llegamos a la Plaza de San Marco. Las palomas se acercan y se posan sobre los hombros de los turistas. Una argentina solitaria nos aborda y dice que aquí surgieron las primeras transacciones  bancarias: el hombre de negocios se sentaba en un banco y hacía sus operaciones mercantiles con sus clientes. Si por alguna circunstancia las cosas no andaban bien con el dinero y se arruinaba, entonces agarraba el banco y lo sacudía contra el suelo, es decir quebraba el banco que era su lugar de trabajo. Fíjense, dice la argentina riendo, esta plaza  encierra la historia de devaluación de la honestidad comercial. Antes el mercader  mostrabas honradamente la condición de sus bolsillos para no engañar a sus clientes, ahora se recurren a todas las artimañas para ocultar la verdad, no importa que su economía esté por el suelo.

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