ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.
ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA, FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

sábado, 18 de febrero de 2017

MEMORIAS DE ITALIA (X)


X
Como todas las mañanas otoñales, la de hoy, con su cielo oscuro presagiando lluvia, es melancólica y fría.
A propósito del camino que lleva a Verona empezamos a recordar algunos hechos y personajes en esta ciudad de amores imposibles. No fueron Romeo y Julieta los primeros en sumergirse en una pasión tormentosa; antes, mucho antes, Catulo se volvió loco por una mujer casada, quien, sin embargo, lo aceptaba y luego lo rechazaba para nuevamente acogerlo en su regazo. Aunque se dice que Catulo le cantó con delicadeza lírica, los siguientes versos contradicen esa teoría:

Con nadie más que conmigo dice mi amada que se uniría,
 ni aunque Júpiter mismo se lo pidiera.  
Eso dice: pero lo que dice la mujer enamorada a un amante
conviene escribirlo en el viento y en el agua rápida.


El amor incomprendido de Romeo y Julieta terminó trágicamente y con todo un gran contingente de imitadores, quienes, supuestamente ingerían en altas dosis  para envenenarse  un medicamento que pasó a llamarse “Veronal”, para recordar a los enamorados de Shakespeare. Pero el  Veronal no se relaciona con los suicidios provocados por las pasiones desenfrenadas juveniles, como algunos especulan. Cuando el alemán Adolfo Bayer descubrió la sustancia soporífera la llamó barbitúrico o barbital en honor a Santa Bárbara porque  era el 4 de diciembre, día de  la mártir cristiana. El Dr. Josef Mering decidió probar la efectividad del nuevo fármaco. Emprendió un viaje y se despertó en Verona.

Isabel habla de  un veronés del Renacimiento, Girolamo Fracastoro,  quien demostró que la creatividad es una sola, tanto para las ciencias como para los estudios humanísticos: en un poema describió la naturaleza de una nueva enfermedad venérea y hasta le dio nombre: sífilis.
La plaga era llamada enfermedad española, picazón napolitana, mal francés, italiano, portugués y de otras muchas maneras ofensivas a los respectivos gentilicios, según el pueblo culpabilizado de su propagación. De acuerdo al poema fracastoriano, el pastor Sífilis fue castigado por el dios sol por sus transgresiones sexuales. Sífilis como nombre gustó a todos porque no injuriaba ninguna nacionalidad.
La argentina solitaria comenta sobre dos médicos veroneses muy importantes: Lombroso y Capecchi. El último recibió el Nobel por sus experimentos con células madres; mientras que Lombroso, dicen no era tan científico como su paisano genetista porque afirmaba que podía detectar a un criminal por ciertos rasgos físicos.
Bueno-intervengo yo-: Más de una vez he escuchado comentarios como “ese tipo tiene cara de criminal”.
-Yo apoyo las teoría lombrosianas-dice la argentina-  sobre todo en  lo referente a los castigos para los criminales incorregibles: o encerrarlos de por vida o liquidarlos. Es la única manera de defender a la sociedad de manera efectiva.
Luego la maestra mejicana, quien tras su aspecto de anciana venerable con   dificultades motoras, esconde una mente incisiva , una buena memoria y posiciones radicales , recuerda el caso de Phineas Gage, a quien una barra metálica le destrozó el lóbulo frontal en un accidente laboral, luego de lo cual se transformó de hombre bondadoso en un ser  huraño y blasfemo.
Isabel calla un rato y luego agrega:- Con el caso del hombre de la barra quedó demostrado que somos buenos o malos según lo determina la estructura de nuestro cerebro. Como los trasplantes de sesos no se hacen todavía, es muy recomendable eliminar al criminal o aislarlo en una celda y perder la llave, porque en libertad seguirá con sus fechorías.
Bueno, yo decidí no hablar por sentirme ignorante en asuntos de criminalística. Preferí pensar en cuestiones más pedestres y  me preguntaba si la expresión “tener dos dedos de frente” se relaciona con la materia tratada.

Nuestros vecinos conversan sobre otros temas más ligeros y en correspondencia con nuestro viaje. Capto que hablan de las termas de Catulo; de la República de Saló,  último consuelo de Mussolini; de Monte Bianco y sus divinidades; la batalla de Solferino y su testigo más prominente y necesario: Henri Dunant, quien al presenciar las miserias de la guerra decidió crear  la  Cruz Roja Internacional. En Génova-comenta alguien- hay una estatua de Cristobal Cólon, cuya expresión marmórea de sus labios, según Gorki, se traduce como “sólo triunfan los que tienen fe”.

“Mantener la distancia salva la vida”. El letrero se repite cada cierto trayecto, y creo tiene vigencia no sólo para los automóviles, sino para las personas y la toma de decisiones.

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