ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA,FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.
ELVIRA MUGNO Y MIGUEL MALASPINA, FUNDADORES DE LA FAMILIA MALASPINA EN VENEZUELA.

miércoles, 3 de octubre de 2007

MIGUEL MALASPINA Y SU CABALLO TRABUCO

NOTA: El escritor italiano Renato Tarello escribió una biografía del Dr. José Francisco Torrealba en italiano. Dos capítulos(el octavo y el doceavo )están dedicados al abuelo Miguel Malaspina. La siguiente es parte de la traducción, la cual hacen Giussepe Mandala y Edgardo Malaspina. Trata del caballo de Miguel Malaspina llamado Trabuco. De ese caballo me hablaba siempre mi padre, Alfonso Malaspina.(Edgardo Malaspina). En otras entregas continuaremos con la traducción.


CAPITULO OCTAVO

Malaspina - Trabucco - El Polvito - La blasfemia - Vicente Aronne - Barbarossa

No es un cumpleaños feliz deseamos a usted, no es algo de la administración ordinaria; es uno de los tantos aniversarios de boda que buscan reencontrarse con un ambiente desaparecido o muy distante, como lo es la tierra nativa, y por eso se celebran con mayor solemnidad. En la casa de Malaspina la fiesta contagia a todos al extremo de la vigilia , e igualmente la alegría se transmite a los allegados; todo se puso en orbita. Con los buenos días, Doña Elvira recibió las felicitaciones de ritual: criados, familiares, conocidos, curiosos, los infaltables arroceros, etc..todos han cumplido con su deber.
Don Miguel se despide de los más allegados con un trago y vigorosas palmadas en la espalda. Para ser más exactos, ya ha tragado un buen numero de copas. Arepas rellenas, bollos, hallacas, dulces de lechosa, guanábana, coco, merey, piña, frutas secas, queso, carne, antipastos, se acumulan sobre la mesa y en los aparadores; los linos todavía tienen el pliegue de la plancha y en el ambiente se respira el aire de las personas de bien y poderosas.

- ¡Ramoncito ¡

- Ordene, señor Malaspina
Responde inmediatamente el fiel sirviente corriendo apresurado.
- Y Trabucco como está?
- Como una uva Don Michele ¡ haciéndose sentir gentil !
Los artesanos de Villa de Cura saben trabajar el cuero, son expertos en la materia.
- Es verdad, Ramón.
- Si, figúrese usted, nada más la silla es una obra de arte, una auténtica joya
El criado tiene razón. Aparte del color de la gualdrapa, Trabucco no tiene nada que envidiarle al caballo del Kaiser: es simplemente ¡arrogante ! Consiente de su flamante armadura, tiene tensos sus tendones y se presenta como una estatua en la mitad de la hermosa Calle Real. Con el brío, con la alegría que lo distingue, Malaspina exclama en dirección al caballo:
- Buenos días, viejo ! ¿Como estás tú?
El animal levanta la mano derecha y escarba dos veces, alzando la cabeza como para dar a decir:
- Bien gracias, ¿y tú?
- Me contento, vale! Aguántate un poco más que vamos a salir de parranda... ¿oíste?
Repitiendo el movimiento, trabucco confirma que ha entendido perfectamente. El entusiasmo de Michele se expresa de manera revoltosa en un grito:
Madre de Dios....¡ que animal ! ¿Has visto... Ramón? ¡Jesús bendito! Sólo le falta la palabra.
- ¡Es verdad, patrón ! Yo pienso como usted, carece de voz, pero no de inteligencia.
- Lo adoro más que a todo el oro del mundo, más que a mis propios hijos.
-¡ Se lo merece Don Michele !
- Además que es un amigo leal, que no traiciona, compañero de la sabana, Ramon; hace falta ver como siente las culebras al sonar, las capta de lejos y¡ oleee....!
Miguel da un salto de sorpresa y continua:
- Preciosa ! Dulce amor mío ! Reina de este hogar, ¿cómo amaneciste?
- Toma lo he preparado como te gusta a ti.
- Gracias princesa ! Eres un tesoro.
- ¿Sales?
- Claro ! Voy a dar una vuelta
- Has bebido màs de la cuenta, Michele, son apenas las siete.
-¿ Qué tiene de malo? ¿Hoy no es el aniversario de nuestro matrimonio?
- ¡Bebes demasiado ! Me preocupo, y cuando estas por fuera no estoy tranquila.
Sobre este punto podemos abrir un paréntesis: como cualquier mujer de las nuestras hace y hará las mismas observaciones al compañero de lucha en estas tierras : ellas vienen, se sacrifican, trabajan duramente, se involucran en la vida local, a veces dando lo mejor; pero la mayor parte reciben en cambio la costumbre del licor. En principio son inocuos, dicen ellos, un vasito de anis, uno al día, después de la comida, para digerir; después, tres, cuatro, cinco, y así sigue. Sin darse cuenta pasan del ron al veneno; y seguido, relaciones sociales, ambiente, bienestar, transacciones, etc..., le conducen al licor así dicho, más finos y la costumbre se convierte en vicio que entrara en la vida de ellos como la salsa en los espaguetis. Aun siendo corpulentos y robustos el fantasma de la hemiplejia lo esperará al paso del tiempo; así como otras, por citar una sola enfermedad, la locura alcoholica lo conducirá a la tumba. Malaspina no será la excepción de la regla.

- No digas tonterías; Elvirita: tu sabes que yo no me meto en enredos, no es mi tipo.
- Lo se pero, ¿ a dónde vas?
- Donde el Maestro Vicenzo
- ¿Y después?
- No se
- ¿Regresarás pronto?
- Para la cena
- ¿Seguro?
- ¡Segurísimo! Te lo prometo
- ¿Tomaste el polvito que te recomendó el doctor Torrealba?
- Lo tomo todos los días
Doña Elvira con aires de duda
- Te recomiendo que así lo hagas
- No dudes; ahorita dame un besito
- Ciuck
Sobre la mejilla que Michele ofreció, el beso resulta sonoro.
- Hasta lueguito, belleza ! Me voy por que Trabucco me espera.

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